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El gorrión

EL GORRIÓN

De pronto ha aparecido en la ventana
como un temblor del viento en el alféizar,
oteando la calle mientras me da la espalda,
pájaro centinela.
Bate un poco las alas. Amanece
también en mi terraza, y es el mismo
ritual de cada día. El gorrión
permanece en silencio y contempla la vida:
las toses del motor de un coche que se aleja,
un chirrido de puerta que se abre,
tacones decididos que se marchan.
El gorrión, mudo, sigue sobre el alféizar.
Se gira de repente y ladea la cabeza
y se queda mirándome.
Son sólo dos segundos y luego ya no está.
No sé qué azar le trae a mi ventana
ni qué dicen sus ojos ni por qué
es el único mudo de entre todos los pájaros.
A veces me imagino que habla y me pregunta
por qué miro mi vida como si fuera de otro,
por qué cada mañana me encuentra en la terraza
fumando a toda prisa y no entendiendo nada,
como un temblor del viento en el alféizar.

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2 comentarios en “El gorrión

  1. Sicodélica dijo:

    Tú tiendes a la forma, él al caos. Aún así, hay una crudeza de fondo, un baño metafórico para explicar la realidad y una unidad casi incoherente, mezcla de lo que veis -el mundo- con lo que sentís -estados anímicos-, que os une. No me refiero a las similitudes «técnicas» sino a lo que trasmitís -o me transmitís-.
    Es lo que tiene la poesía, que cada uno la interpreta de una manera. Igual para ti estoy diciendo una barbaridad, pero es que yo lo veo claro como el agua.
    A lo mejor estoy loca XD

  2. Lo bueno que tiene la poesía es que a cada uno le habla de su existencia. «Cuento mi vida, pero lees la tuya», como decía García-Máiquez en uno de sus poemas. Para mí, el pájaro sabe mucho más de la realidad que yo. Su vuelo es descuidado y su pan sencillo, como debería serlo el del hombre. Yo sólo tengo preguntas, y el pájaro es superior porque no sólo no necesita respuestas, sino que además no necesita preguntas. O todo podría ser, tal vez, una pregunta retórica.

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