Cada uno tiene una relación especial con su reproductor de mp3/teléfono móvil. Y con la música que lleva en él. Dentro tienes un montón de canciones que te flipan, que te gustan, que escuchas todos, o casi todos, los días. De repente, un día te ves en la tesitura de tener que enseñarle o ponerle a tu(s) colega(s) la música que llevas en el cacharro. De repente existe una separación entre uno mismo y otro yo exterior que observa la escena. Algunas -muchas- de esas canciones empiezan a ser largas, aburridas. La retahíla de excusas a tus colegas se vuelve delirante y a la vez divertida: ésta no, a ver ésta… tampoco, ésta es una mierda, ésta no te va a gustar…
A veces pensamos que somos los únicos que nos pasan algunas de nuestras «rarezas»…Me quedo más tranquila al sentirme reflejada en el contenido de tu post. Y no me preguntes por qué, pero una de las cosas que más odio es quedarme sin batería en el iPod…Cuando quiero conocer más a fondo a alguien, solo tengo que escuchar la musica de su iPod/mp3 :) Tonterías mias ^_^’
Un poco arriesgado, sobre todo en el caso de la gente con gusto musical diverso (y me añado yo solito a este grupo), ¿no? :P